Te cuento una historia (corta):
Tomás nació hace 5 días.
-Sí!! estamos muy bien. Ya en casa, todo ha ido genial. Pásate cuando quieras a conocerlo eh!-
-En cuanto tenga un hueco te aviso y me paso, tengo muchas ganas de veros!!- dice emocionada la que acaba de ser tía por primera vez.
Por fin llega a la casa, con un regalo para el pequeño y unos dulces para la mamá. La emoción de ser tía por primera vez es muy curiosa. Pura devoción por el bebé, es como una abuela bis.
-¿Qué quieres que le regale? ¿qué te hace falta?
- Pero si ya traes un regalo
-Nah... eso es una tontería que me ha hecho gracia en la tienda. Pero seguro que necesitas algo en plan, cuna, mantas, carro nuevo?, un cambiador, una bañerita??
La madre se ríe, le hace gracia ver así a su hermana. Muy tierna.
-Ay no sé... si tengo de todo, pero bueno, déjame darle un par de vueltas seguro que se me ocurre algo. Pero no te gastes mucho.
-Tu calla y pide. Por cierto, cómo ha cambiado en dos semanas, es increíble. De la foto que me pasaste al nacer a hoy no tiene nada que ver.
-A ti a quien te recuerda? - pregunta la madre a su hermana - ¿no te recuerda un montón a esa foto que nos hicieron de pequeñas?
-Tu eras un renacuajo y, sí, creo que os parecéis bastante. No ha salido al padre.
-No seas mala! Mira aquí está el álbum donde están esas fotos, sácalo anda.
-Venga va, vamos a ponernos melancólicas. Mamá nos hacía mil fotos, menos mal que están todas aquí guardadas. Cuando las veo me acuerdo de esa casa, ese armario horrible que daba un miedo...
-Estas Navidades ya tengo regalo para el papá. Le voy a regalar fotos de su nieto.
El día de Reyes.
Cuando el abuelo abrió el regalo no pudo contener la emoción. Pasaba las hojas y veía las fotos. Lo primero que le trajeron a la memoria fue a su querida. La abuela. Con la que construyó esa familia, con la que vivió los mejores (y peores) momentos de la vida. Ella siempre estaba en su pensamiento. Luego pensó en sus hijas y cómo la vida seguía corriendo su curso hasta los nietos. Esas fotos tenían un poder evocador que ningún otro objeto podía tener, eran como mágicas, te transportaban a lugares, a personas a emociones, a momentos juntos. Y para el abuelo eran un bálsamo para el alma, como el que se pone sobre la herida para relajar al que la sufre.
-Gracias hija, sin duda, el mejor regalo.
Tomás nació hace 5 días.
-Sí!! estamos muy bien. Ya en casa, todo ha ido genial. Pásate cuando quieras a conocerlo eh!-
-En cuanto tenga un hueco te aviso y me paso, tengo muchas ganas de veros!!- dice emocionada la que acaba de ser tía por primera vez.
Por fin llega a la casa, con un regalo para el pequeño y unos dulces para la mamá. La emoción de ser tía por primera vez es muy curiosa. Pura devoción por el bebé, es como una abuela bis.
-¿Qué quieres que le regale? ¿qué te hace falta?
- Pero si ya traes un regalo
-Nah... eso es una tontería que me ha hecho gracia en la tienda. Pero seguro que necesitas algo en plan, cuna, mantas, carro nuevo?, un cambiador, una bañerita??
La madre se ríe, le hace gracia ver así a su hermana. Muy tierna.
-Ay no sé... si tengo de todo, pero bueno, déjame darle un par de vueltas seguro que se me ocurre algo. Pero no te gastes mucho.
-Tu calla y pide. Por cierto, cómo ha cambiado en dos semanas, es increíble. De la foto que me pasaste al nacer a hoy no tiene nada que ver.
-A ti a quien te recuerda? - pregunta la madre a su hermana - ¿no te recuerda un montón a esa foto que nos hicieron de pequeñas?
-Tu eras un renacuajo y, sí, creo que os parecéis bastante. No ha salido al padre.
-No seas mala! Mira aquí está el álbum donde están esas fotos, sácalo anda.
-Venga va, vamos a ponernos melancólicas. Mamá nos hacía mil fotos, menos mal que están todas aquí guardadas. Cuando las veo me acuerdo de esa casa, ese armario horrible que daba un miedo...
-Estas Navidades ya tengo regalo para el papá. Le voy a regalar fotos de su nieto.
El día de Reyes.
Cuando el abuelo abrió el regalo no pudo contener la emoción. Pasaba las hojas y veía las fotos. Lo primero que le trajeron a la memoria fue a su querida. La abuela. Con la que construyó esa familia, con la que vivió los mejores (y peores) momentos de la vida. Ella siempre estaba en su pensamiento. Luego pensó en sus hijas y cómo la vida seguía corriendo su curso hasta los nietos. Esas fotos tenían un poder evocador que ningún otro objeto podía tener, eran como mágicas, te transportaban a lugares, a personas a emociones, a momentos juntos. Y para el abuelo eran un bálsamo para el alma, como el que se pone sobre la herida para relajar al que la sufre.
-Gracias hija, sin duda, el mejor regalo.
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